PRÓLOGO
La historia del
Siglo XX parece bastante triste. Se suele pensar —o por lo menos
así lo hacía el que escribe estas líneas— en las dos guerras
mundiales —la Primera Guerra Mundial de 1914 a 1919, y la Segunda
Guerra Mundial de 1939 a 1945—; la segunda mitad del Siglo XX, por
lo tanto, parece un poco más tranquila, más pacífica, pero también
hay bastantes episodios terribles, guerras puntuales en unos lugares
y en otros que, en conjunto, hacen que ese siglo parezca una locura.
Pero hay otros
momentos de dicho siglo mucho más pacíficos y divertidos que no son
muy conocidos, y creo que deberían ser justamente recordados, y esa
es la razón por la que me he sentado delante del ordenador (o
computadora) y he empezado a teclear o escribir esta "Historia
del atletismo olímpico". La elección de elegir el atletismo,
es simplemente por afición personal, y también creo que es uno de
los deportes más espectaculares.
Para ser exactos,
las Olimpiadas —en la era moderna— comenzaron un poco antes del
citado siglo XX: la primera se celebró en Atenas el año 1896. La
idea fue de un joven parisino, Pierre de Coubertin (1863-1937) que
quiso unir a toda la humanidad en unas competiciones sin ánimo de
lucro, solo por alcanzar la gloria de ser los más rápidos, más
fuertes o más ágiles, etc.
Coubertin viajó por
todo el mundo durante la primera mitad de la década de 1890 hablando
de paz, hermandad, comprensión entre los hombres y unión, y
mezclándolo todo con la palabra "deporte"; también fundó
la primera revista dedicada al deporte "la Revue Athlétique"
y logró que el gobierno francés la incluyera en sus programas de la
Exposición Universal de 1889; fue a Inglaterra donde conoció la
doctrina del cristianismo muscular: una búsqueda de la perfección
espiritual por medio del deporte y la higiene; y consiguió que el
ministro de educación de su país le subvencionase para viajar a
Estados Unidos donde siguió investigando sobre los métodos de
enseñanza y el deporte.
Poco a poco, Coubertin fue consiguiendo algo nuevo hasta entonces:
que el deporte pasara de ser practicado por minorías o en el
colegio, a estar de moda y despertar entusiasmo. Finalmente, el 26 de
junio de 1894, consiguió que la Universidad de la Sorbona de París
instituyese los Juegos Olímpicos. Asimismo también se creó el
Comité Olímpico Internacional, cuyo
primer presidente fue el griego Dimitrios
Vikelas (1835-1908).
La primera sede
elegida para la celebración de los Juegos Olímpicos, como no podía
ser de otra forma, fue Atenas —conmemorando así los Juegos
Olímpicos de la Antigüedad, que habían existido hasta finales del
siglo IV d.C o principios del siglo V d.C—. Evidentemente, el
siguiente paso era conseguir una gran suma de dinero para
organizarlos, por ejemplo hacía falta restaurar el Estadio
Panathinaiko, también conocido como el Kallimármaro (en griego
καλλιμάρμαρο, es decir, el "mármol hermoso"),
que se reconstruyó a partir de los restos de un antiguo estadio
griego. Para ello, Coubertin se puso en contacto con el hombre de
negocios y filántropo griego George Averoff que por aquel entonces
vivía en Alejandría; consiguió convencerlo —en lo que también
participó el príncipe heredero Constantino de Grecia— de que
financiase la construcción del estadio, y en 1895 comenzaron las
obras. El coste o presupuesto inicial estimado era de 580.000
dracmas, pero al final subió hasta 920.000 dracmas. Como gratitud
hacia sus contribuciones, se construyó una estatua en su honor, que
aún permanece, delante del estadio.
El 24 de marzo de
1896, el rey Jorge de Grecia, pronunció por primera vez las palabras
rituales "Declaro abierto los Primeros Juegos Olímpicos
Internacionales de Atenas" y el lema de los Juegos fue: Lo
esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien.
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